Vanessa me puso el flujo de la bomba un poquito más lento que en las anteriores ocasiones. La última vez le había preguntado que por qué terminaba siempre antes de tiempo. Eso fue el segundo día del ciclo pasado. Recuerdo que ella revisó la bombita y le cambió algo allí. Como ya antes yo había metido el ojo sabía que pulsando cierto botón podía ver a qué velocidad iba (en cc/minuto) y cuanta solución quedaba, de manera de que podía calcular cuántas horas faltaban. Pues bien, siempre había fijado el flujo para 13 cc/min, y ese día lo cambió a 12. Esta vez me lo puso a 12 desde el comienzo. La verdad es que así si aguanta las 44 horas completas (22 el lunes + 22 el martes). Como al levantarme vi que quedaba bastante, estimé que como a mediodía sería que tendría que ir a que me la retiraran. Tuve tiempo entonces de ir al Pedagógico de Caracas en El Paraíso a renovar mi carnet de profesor (jubilado) y a solicitar la calcomanía para el carro para el acceso al estacionamiento. Pude entonces saludar a algunos amigos de por allá (esta vez sin café).
Pasé por la Pescadería Paterdam, donde compro pescado en la Av. Victoria (o Pdte. Medina). Siempre me refiero a ella como la Pescadería del Duque, por las maneras tan amables y ceremoniosas del anterior dueño, un señor italiano de apellido Giambanco. Ahora es del hijo, Vito, y el padre tiene la tintorería de al lado. Allí compré una buenas cabezas de carite para sopa, atún para un marmitako, y unos filetes de curvina. ¡Lastima que no tenían sardinas! El pescado allí siempre es muy fresco (Il signor Giambanco no me paga por la cuña, ¡ojo!). Pasé por la casa a dejar el pescado y seguí para la clínica. Alrededor de la 12:30 José Manuel me retiró la bomba.
En la tarde acompañé a Carmen a una cita que tenía con su odontólogo, por los lados de Sabana Grande. Mientras ella estaba en consulta me llegué hasta un Locatel por allí cerca a comprar algunas medicinas (Omeprazol, el protector gástrico y Senokot, para el control del estreñimiento ¡ya salió la palabrita otra vez!) y unos cereales con fibra para el desayuno (también para lo mismo, pero sabrosos).
Pasé por la Pescadería Paterdam, donde compro pescado en la Av. Victoria (o Pdte. Medina). Siempre me refiero a ella como la Pescadería del Duque, por las maneras tan amables y ceremoniosas del anterior dueño, un señor italiano de apellido Giambanco. Ahora es del hijo, Vito, y el padre tiene la tintorería de al lado. Allí compré una buenas cabezas de carite para sopa, atún para un marmitako, y unos filetes de curvina. ¡Lastima que no tenían sardinas! El pescado allí siempre es muy fresco (Il signor Giambanco no me paga por la cuña, ¡ojo!). Pasé por la casa a dejar el pescado y seguí para la clínica. Alrededor de la 12:30 José Manuel me retiró la bomba.
En la tarde acompañé a Carmen a una cita que tenía con su odontólogo, por los lados de Sabana Grande. Mientras ella estaba en consulta me llegué hasta un Locatel por allí cerca a comprar algunas medicinas (Omeprazol, el protector gástrico y Senokot, para el control del estreñimiento ¡ya salió la palabrita otra vez!) y unos cereales con fibra para el desayuno (también para lo mismo, pero sabrosos).
aja! SIN cafe! Bravo Gran Gu!
ResponderBorrarlas cabezas del pescado son para la sopa en leche de coco? No olvides el pimenton rojo chamo, que le da un color bellisimo a la sopa
¡No lo olvidaré, Tibu!
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