Al levantarme todavía se veía bastante líquido en el infusor. Se suponía que terminaría hacia mediodía, pero no sabía cómo se portaría este nuevo aparatico. La bomba grande ya la conozco y sé más o menos cuando ya se está terminando. Con éste no estaba seguro.
Fui temprano al Banco del Caribe, a hablar con la gerente sobre la respuesta a mi reclamo. Me entregó una carta que me decía que se verificó que los retiros se hicieron con mi tarjeta y mi clave: ¡claro, si me la clonaron es como que lo hubieran hecho con mi tarjeta y mi clave! Y que no había sido solicitada ninguna restricción sobre dicha tarjeta: ¡si la hubiera perdido o me la hubieran robado, habría pedido que la anularan, pero no es el caso! Me sugieren que plantee la reconsideración ante el Defensor del Cliente del Banco del Caribe, que es una instancia independiente, no empleado del banco. ¡Veremos qué se puede lograr por allí! Aproveché de preguntar por mi certificado de los Bonos del Sur II (que valen ahorita el 75% de su valor nominal, para la parte en bolívares, y el 77%, para la parte en dólares. Hasta ahora, ¡tremendo negocio!), y me enteré de que sí es el banco quien tiene que emitírmelo, no el estado venezolano, pero que no lo hacen de manera automática, porque muchos compradores los venden apenas los adquieren, y a ellos les llegaría el certificado no siendo ya poseedores de los bonos. Tendré que seguir insistiendo.
Regresé a la casa a buscar a Carmen que me iba a acompañar a la clínica. Como llegamos a las 11:30, pasé primero por la administración para solicitar el presupuesto para el ciclo 11, para enviarlo al seguro de INTEVEP, y estar seguro de que los recibos de los ciclos 7 y 8 que ya firmé hubieran sido enviados ya. Sí lo fueron. Y preguntar también si han recibido los faxes correspondientes a los ciclos 9 (que enviaron ellos) y 10 (que envié yo), han tenido ya respuesta. De éstos no saben nada todavía. Tendré que venir el viernes a buscar el presupuesto (cuando venga con Jorge a su control mensual, todavía con la Dra. Vivas; la Dra. Arbona regresará el lunes).
Cuando subí a la unidad de quimioterapia quedaba todavía algo de líquido en el infusor. Se lo mostré a José Manuel y me dijo que faltaba todavía como dos horas, ¡dos horas! Decidimos volver a la casa, almorzar con Jorge y volver más tarde. José Manuel me indicó que si se terminaba por completo, podía cerrar el flujo con el clipcito que trae el equipo de la aguja que me insertan en el reservorio del catéter.
Carmen preparó unos filetes de curvina que hace al horno con salsa bechamel, alcaparritas y parmesano, acompañados de puré de papas y ensalada. Al terminar, seguía quedando líquido en el infusor.
Llegamos a la unidad como a las 4:30. Rodolfo me dijo que faltaba un poquito todavía, que me sentara y esperara. Al rato pasó Lisbeth, y al verme varias veces allí esperando me dijo que entrara para quitármelo. Viendo que todavía quedaba suero, le preguntó a Rodolfo si me lo pasaban de una vez, y decidieron hacerlo así: Rodolfo me retiró el infusor, pero no me quitó la aguja todavía, trajo un par de jeringas, una grande con lo que quedaba de suero, diluido en otro poco de suero, y una pequeña con la heparina que siempre me ponen en el reservorio para impedir que el catéter se pueda tapar. Me explicó Rodolfo que como el infusor es mecánico, la presión va bajando a medida que se va vaciando, y ese poquito que queda al final puede tardar muchísimo en pasar completamente. Total que salimos de allí casi a las 6 de la tarde. Espero que la próxima vez me toque mi bolsito de siempre.
Fui temprano al Banco del Caribe, a hablar con la gerente sobre la respuesta a mi reclamo. Me entregó una carta que me decía que se verificó que los retiros se hicieron con mi tarjeta y mi clave: ¡claro, si me la clonaron es como que lo hubieran hecho con mi tarjeta y mi clave! Y que no había sido solicitada ninguna restricción sobre dicha tarjeta: ¡si la hubiera perdido o me la hubieran robado, habría pedido que la anularan, pero no es el caso! Me sugieren que plantee la reconsideración ante el Defensor del Cliente del Banco del Caribe, que es una instancia independiente, no empleado del banco. ¡Veremos qué se puede lograr por allí! Aproveché de preguntar por mi certificado de los Bonos del Sur II (que valen ahorita el 75% de su valor nominal, para la parte en bolívares, y el 77%, para la parte en dólares. Hasta ahora, ¡tremendo negocio!), y me enteré de que sí es el banco quien tiene que emitírmelo, no el estado venezolano, pero que no lo hacen de manera automática, porque muchos compradores los venden apenas los adquieren, y a ellos les llegaría el certificado no siendo ya poseedores de los bonos. Tendré que seguir insistiendo.
Regresé a la casa a buscar a Carmen que me iba a acompañar a la clínica. Como llegamos a las 11:30, pasé primero por la administración para solicitar el presupuesto para el ciclo 11, para enviarlo al seguro de INTEVEP, y estar seguro de que los recibos de los ciclos 7 y 8 que ya firmé hubieran sido enviados ya. Sí lo fueron. Y preguntar también si han recibido los faxes correspondientes a los ciclos 9 (que enviaron ellos) y 10 (que envié yo), han tenido ya respuesta. De éstos no saben nada todavía. Tendré que venir el viernes a buscar el presupuesto (cuando venga con Jorge a su control mensual, todavía con la Dra. Vivas; la Dra. Arbona regresará el lunes).
Cuando subí a la unidad de quimioterapia quedaba todavía algo de líquido en el infusor. Se lo mostré a José Manuel y me dijo que faltaba todavía como dos horas, ¡dos horas! Decidimos volver a la casa, almorzar con Jorge y volver más tarde. José Manuel me indicó que si se terminaba por completo, podía cerrar el flujo con el clipcito que trae el equipo de la aguja que me insertan en el reservorio del catéter.
Carmen preparó unos filetes de curvina que hace al horno con salsa bechamel, alcaparritas y parmesano, acompañados de puré de papas y ensalada. Al terminar, seguía quedando líquido en el infusor.
Llegamos a la unidad como a las 4:30. Rodolfo me dijo que faltaba un poquito todavía, que me sentara y esperara. Al rato pasó Lisbeth, y al verme varias veces allí esperando me dijo que entrara para quitármelo. Viendo que todavía quedaba suero, le preguntó a Rodolfo si me lo pasaban de una vez, y decidieron hacerlo así: Rodolfo me retiró el infusor, pero no me quitó la aguja todavía, trajo un par de jeringas, una grande con lo que quedaba de suero, diluido en otro poco de suero, y una pequeña con la heparina que siempre me ponen en el reservorio para impedir que el catéter se pueda tapar. Me explicó Rodolfo que como el infusor es mecánico, la presión va bajando a medida que se va vaciando, y ese poquito que queda al final puede tardar muchísimo en pasar completamente. Total que salimos de allí casi a las 6 de la tarde. Espero que la próxima vez me toque mi bolsito de siempre.
o sea que, finalmente, te sienta mejor el "maricometro"? Puedes ir pensando en adquirir uno para usarlo fijo, cuando estrenes tu nuevo abdomen...
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