Mi sobrina Valeria me preguntaba en un comentario a la entrada anterior por lo que habíamos comido en tierras larenses.
El sábado, el día que llegamos, después de visitar el Parque Ayacucho, el Museo de Barquisimeto y la Plaza Bolívar, nos llegamos hasta el Restaurant Sucumbás, que habíamos visto recomendado en la Guía de Valentina Quintero. Es un sitio bien agradable, con un patio muy sombreado y un par de estanques donde hay unas tortuguitas y una baba. Allí Jorge pidió la tostada caroreña, Ónix y yo, lomo prensao, y Carmen, asado negro.
La tostada caroreña es un plato muy completo: la tostada es una arepa rellena con queso y frita después de rellenada, acompañada de tajadas de plátano frito, caraotas negras, "chicharrones", que no es la piel frita del cochino que se compra en el Junquito, sino pura carnita bien tostada, aguacate y queso blanco rallado. Jorge la disfrutó muchísimo.
El asado negro de Carmen estaba muy bueno también.
El lomo prensao es un plato también caroreño que Carmen y yo habíamos probado en el Club Torres de Carora, en febrero del año pasado cuando fuimos a visitar Bodegas Pomar. El lomo de cochino se trata con sal de nitro y se prensa para que pierda la grasa. Después se adoba principalmente con pimienta, clavos y nuez moscada (el de Carora me supo también a pimienta guayabita). Es un sabor único. El de Sucumbás estaba bueno, pero me gustó mucho más el caroreño, el propio. No es nada caro el sitio.
El domingo lo comenzamos con un mondongo de chivo, que es mucho más ligero, menos espeso, que el de pata y panza de res, pero con un sabor algo más fuerte (ya lo habíamos probado Carmen y yo, en el mismo viaje a Carora, en un restaurant donde la única que no lo estaba comiendo para el desayuno del domingo era Carmen; no sólo eso: entraba mucha gente con sus ollas a comprar para llevar). El día anterior, buscando el Parque Ayacucho, vimos este letrero en una esquina, y nos dijimos "mañana venimos". Resultó ser una taguarita, llamada "El sazón de Virginia". El mondongo resultó muy rico, y las arepaz de maíz pelao, "mundiales". Nunca las habíamos comido tan "rústicas", tenían hasta algo del sabor de las cachapas. Esta vez Carmen tampoco se animó: se comió un plato de caraotas y carne mechada con sus arepitas. La última foto es la de la taparita con el suero picante.
En la tarde, después de ir a recorrer los talleres de artesanos de Agua Viva, y de pasear por las Lomas de Cubiro, llegamos al Ranchón de Pío, un restaurant que está como a 2,5 km. del sitio donde se monta a caballo. Allí comimos cochino frito (Jorge - foto de arriba a la izquierda), hervido de gallina (Carmen), asado negro (Ónix y yo). Bien rico todo y económico.
Al día siguiente, desayunamos en una panadería cercana al hotel, cachitos y pastelitos de panadería comunes y corrientes, para andar rápido y llegar pronto a Santa Rosa, de donde saldría la procesión. Durante el día comimos muchas mandarinas, tomamos mucha agua (hacía bastante calor), y helados. Nos sorprendió encontrarnos con una heladería Mimo's como las que conocíamos de Mérida, donde venden helados de mantecado muy cremoso con frutas naturales en almibar, ¡riquísimos!
Al llegar la procesión a la Catedral, salimos del gentío como pudimos. La entrada de la calle por donde pretendíamos salir estaba casi toda ocupada por tarantines de comida, así que la gente se apretujaba a empujones para pasar por el pequeño espacio que quedaba. Después de salir de allí, ¡un verdadero -y casi literal- parto!, nos costó bastante conseguir un taxi, pero después de caminar un buen rato lo logramos. Llegamos al hotel a bañarnos y terminamos en el Centro Comercial Las Trinitarias comiendo comida árabe. Hubiéramos preferido algo más larense, como Los Caldos de la Abuela, que se especializa en chivo, pero ya estaba cerrado.
El martes en la mañana, nos comimos unas arepitas con pollo, antes de comprar las imperdonables acemas y catalinas del Tocuyo, y queso de chivo y de bola (los que parecen una perita), para traer para Caracas.
El sábado, el día que llegamos, después de visitar el Parque Ayacucho, el Museo de Barquisimeto y la Plaza Bolívar, nos llegamos hasta el Restaurant Sucumbás, que habíamos visto recomendado en la Guía de Valentina Quintero. Es un sitio bien agradable, con un patio muy sombreado y un par de estanques donde hay unas tortuguitas y una baba. Allí Jorge pidió la tostada caroreña, Ónix y yo, lomo prensao, y Carmen, asado negro.
La tostada caroreña es un plato muy completo: la tostada es una arepa rellena con queso y frita después de rellenada, acompañada de tajadas de plátano frito, caraotas negras, "chicharrones", que no es la piel frita del cochino que se compra en el Junquito, sino pura carnita bien tostada, aguacate y queso blanco rallado. Jorge la disfrutó muchísimo.
El asado negro de Carmen estaba muy bueno también.
El lomo prensao es un plato también caroreño que Carmen y yo habíamos probado en el Club Torres de Carora, en febrero del año pasado cuando fuimos a visitar Bodegas Pomar. El lomo de cochino se trata con sal de nitro y se prensa para que pierda la grasa. Después se adoba principalmente con pimienta, clavos y nuez moscada (el de Carora me supo también a pimienta guayabita). Es un sabor único. El de Sucumbás estaba bueno, pero me gustó mucho más el caroreño, el propio. No es nada caro el sitio.
En la tarde, después de ir a recorrer los talleres de artesanos de Agua Viva, y de pasear por las Lomas de Cubiro, llegamos al Ranchón de Pío, un restaurant que está como a 2,5 km. del sitio donde se monta a caballo. Allí comimos cochino frito (Jorge - foto de arriba a la izquierda), hervido de gallina (Carmen), asado negro (Ónix y yo). Bien rico todo y económico.
Al día siguiente, desayunamos en una panadería cercana al hotel, cachitos y pastelitos de panadería comunes y corrientes, para andar rápido y llegar pronto a Santa Rosa, de donde saldría la procesión. Durante el día comimos muchas mandarinas, tomamos mucha agua (hacía bastante calor), y helados. Nos sorprendió encontrarnos con una heladería Mimo's como las que conocíamos de Mérida, donde venden helados de mantecado muy cremoso con frutas naturales en almibar, ¡riquísimos!
Al llegar la procesión a la Catedral, salimos del gentío como pudimos. La entrada de la calle por donde pretendíamos salir estaba casi toda ocupada por tarantines de comida, así que la gente se apretujaba a empujones para pasar por el pequeño espacio que quedaba. Después de salir de allí, ¡un verdadero -y casi literal- parto!, nos costó bastante conseguir un taxi, pero después de caminar un buen rato lo logramos. Llegamos al hotel a bañarnos y terminamos en el Centro Comercial Las Trinitarias comiendo comida árabe. Hubiéramos preferido algo más larense, como Los Caldos de la Abuela, que se especializa en chivo, pero ya estaba cerrado.
El martes en la mañana, nos comimos unas arepitas con pollo, antes de comprar las imperdonables acemas y catalinas del Tocuyo, y queso de chivo y de bola (los que parecen una perita), para traer para Caracas.
La verdad Gran Gu, leyendo todo esto, no solo me anime a ir a barquisimeto, sino que me dio un haaambre! ¿sera que no tienes que iniciar otro blog y este lo estas "mutando"?
ResponderBorrar¡Qué bueno, Tibu, que te hayan dado ganas de ir a Barquisimeto!
ResponderBorrarEste blog como que siempre ha estado mutando de una cosa a otra, ¿verdad? Ya veremos en qué para.
Nuestro abrazo de año nuevo se sigue postergando: ayer sí fui al Chi-kung, pero tú no apareciste, a menos que hayas llegado directamente al Pakuá avanzado, pues te esperé como hasta las 10.
Un abrazo
Que rico todo lo que comieron!!!!!
ResponderBorrarGracias por las descripciones
Valeria
Hola, Valeria
ResponderBorrarMuy rico todo, de verdad. En el estado Lara hay mucha variedad gastronómica.
Ayer conversamos un buen rato con Enrique a través de Skype. Pudimos verlo, pero no él a nosotros porque no tengo cámara conectada a mi máquina.